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¡Celebremos Europa! - 50º aniversario del Tratado de RomaSaltar la barra de selección de idioma (atajo de teclado=2) 01/02/2008
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Mirar hacia atrás con orgullo, hacia adelante con confianza

Mirar hacia atrás con orgullo, hacia adelante con confianza
Joaquín Almunia, Comisario de Asuntos Económicos y Monetarios

14/09/07

Al celebrar Europa su 50º aniversario, Joaquín Almunia, Comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, reflexiona sobre los logros pasados y las perspectivas futuras.

Los niños nacen hoy en una Unión que ya forma parte de su vida. Pero no fue así para sus padres y los europeos mayores, que han vivido la construcción progresiva de la UE en los últimos 50 años. ¿Cómo le contaría a un joven europeo de hoy la vida cotidiana en la Europa con fronteras de hace unos años?

En 1957, cuando se firmó el Tratado de Roma, sólo diez de los actuales 27 Estados miembros eran democracias. Los 17 restantes no. En la Unión Europea damos por sentado que la paz, la libertad y la democracia son fundamentales para que cada individuo tenga una vida autónoma, sin discriminación ni intolerancia. Además, si queremos ofrecer igualdad de oportunidades para todos, tenemos que mantener una economía próspera y un estado de bienestar sólido. Desgraciadamente, la vida cotidiana es radicalmente distinta cuando no se dan estas condiciones.

Si comparamos la vida en la Europa de hoy y en la de hace 50 años, no sólo es cuestión de las fronteras físicas y de las restricciones que implican. Se trata también de las limitaciones de lo que se puede decir, pensar o leer, de dónde se puede ir, de las oportunidades laborales y del acceso a la cultura y al conocimiento. La Unión ha suprimido muchas restricciones y la juventud de hoy cuenta con muchas más oportunidades que las generaciones anteriores.

No obstante, aunque las nuevas generaciones tienen que ser conscientes del pasado de Europa y de todo lo que ha supuesto la integración europea para la construcción de un presente mejor, la UE debe demostrar a sus ciudadanos que hay que seguir enfrentándose a los retos de hoy. En los últimos 50 años las cosas han cambiado mucho y a mejor en Europa, pero no podemos dormirnos en los laureles de un trabajo bien hecho. El cambio es algo inherente a la vida actual y cada día surgen nuevos retos. Los jóvenes de hoy son los dirigentes de mañana, y necesitarán las instituciones y estructuras para enfrentarse a ellos. Precisamente, la UE es un potente instrumento para encarar los retos del siglo XXI: globalización, cambio climático, seguridad o escalada de los extremismos.

En los últimos 50 años los Estados miembros han tenido que renunciar a poderes de decisión, a veces de mala gana, y pasarlos a la UE. Al hacerlo, a veces parece que hay una tensión entre querer ”más Europa” y ”menos Europa”. ¿Hacia dónde cree que se inclina la balanza en las cuestiones de soberanía en la Europa futura?

Al hablar de soberanía, hay que distinguir entre soberanía formal y real. Nos guste o no, la soberanía formal de los Estados miembros es ilusoria en muchos asuntos, como los mercados de capital, el terrorismo, la delincuencia organizada y la protección de los consumidores, fenómenos de por sí transnacionales y mundiales. En estas cuestiones, de alcance universal, los países no tienen medios individuales de aplicar eficazmente sus poderes formales.

Incluso el mayor país de la UE, Alemania, representa solamente el 1,3% de la población mundial, y el PIB de Francia es no alcanza siquiera el dinero que se negocia en los mercados financieros en un solo día.

En este contexto, renunciar a una parte de la soberanía nacional formal y compartir el poder a escala de la UE aumenta la soberanía real y proporciona a Europa instrumentos más eficaces para proteger a sus ciudadanos y consumidores. No se trata de renunciar a la soberanía, sino más bien de cooperar entre todos para adquirir una soberanía efectiva para todos.

El euro es un primer ejemplo de que la unión hace la fuerza. La experiencia reciente demuestra claramente que el euro nos protege de las turbulencias del mercado financiero y que la economía de la eurozona es más resistente a las perturbaciones exteriores. Hasta hace pocos años, las monedas nacionales eran vulnerables a una especulación que llevó a muchos ciudadanos a la miseria y el desempleo. Con la moneda única, los Estados miembros de la eurozona han renunciado a un cierto control, pero han obtenido muchas ventajas. La estabilidad macroeconómica y unos tipos de interés bajos y estables, que favorecen el crecimiento económico a largo plazo, son claros ejemplos.

(Extracto de una entrevista publicada en European Economy NewsEnglish)

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